martes, octubre 03, 2006

Cala Arena, nuestro oasis particular.

Sábado 9 de Septiembre del 2006

8:30 No hemos madrugado, pero sobre rocas es mas difícil dormir. Almorzamos un poco de leche con cacao y un trozo de pan de pita con mermelada. Volvemos a llenar los kayaks y al agua.

Hoy tenemos un día importante. Teniendo en cuenta lo inhóspita que es la parte Oeste de la isla, que casi no hay sitios donde desembarcar y la previsión del tiempo, seria conveniente avanzar y dar la vuelta al cabo Norte de la isla para dormir en la zona Este.

Una vez en el agua y antes de salir de la bahía, Montse, encuentra la posible causa de los desprendimientos de roca del día anterior (A ver quien tiene tanta vista como ella). Teníamos un vecino. Una cabrita, con sus cuernos enroscados que nos miraba fijamente, no se si despidiéndonos, o bien pensando: Ala, ala, a invadir a otro sitio...

Esta zona de navegación se describe rápido, es salvaje. Esta llena de paredes agrestes, rocas que recrean formas que hacen volar nuestra imaginación y pequeños escollos que forman pasillos. Aprovechamos estos pasillos calmos para evitar el oleaje que rompe sobre ellos en la parte exterior. El viento ha empezado a hacer acto de presencia. De todas formas creo que también hubiésemos pasado con el mar en calma. La verdad es que me encanta pasar entre rocas.

Con la proa hacia al Norte, seguimos paleando. Ya podemos ver un antiguo faro que corona la Isla. Aprovechamos un pequeño rinconcito de agua tranquila para comer unas barritas energéticas. Después llegara el cabo, siempre algo mas complicado y encarar la búsqueda de nuestra cala particular por un ese día.

Antes de llegar al faro, pasamos junto a otra de las torres de vigilancia de la isla. Estas son una constante en la isla. Nos van recordando, el pasado como penal de la isla.

A unos cincuenta metros de nosotros,vemos una lancha que lleva nuestra misma dirección. En principio pensamos que serán pescadores o alguna de las empresas de buceo que tienen permiso para visitar la isla. Poco a poco se acercan. Son una patrulla de la guardia costera. Cuando están suficientemente cerca para reconocer sus caras, les saludamos amigablemente y después de devolvernos el saludo, nos dejan atrás.

El faro no esta en buen estado, supongo que cuando perdió su la actividad, también dejo de ser un edificio que hubiese que mantener.

Una vez doblado el cabo, nos reciben amablemente, un remanso de calma y tres cabras que pastan tranquilamente. Parece que los animales serán los protagonistas del día.

Pasamos la primera torre de vigilancia de la parte Este. Estamos casi en nuestro destino. En la bahía que guarda la torre, hay varias calas, entre ellas una grande. De fina arena y respaldada por una zonas boscosa. Esta cala tiene nombre y no es extraño: Cala Arena.

Aunque para mi, lo mas destacable de la bahía era el color de agua. Hasta este día, el color verde de mi Marlin, fue mas claro que el verde del mar. Ya no podré volver a decirlo...

De todas formas la cala donde tenia pensado desembarcar no es la grande. Como esta, me parece perfecta, nos acercamos a la elegida previamente para visualizarla. Si no es tan buena volveremos unos metros atrás.

La cala no esta mal, pero la otra es perfecta. Decidimos volver atrás.

Pero claro, no podía ser perfecta. Tal y como vamos llegando a la arena, vemos que el agua está plagada de minúsculas medusas.

Dejamos en un rincón los kayaks, cogemos algo de comida para picar y nos vamos a inspeccionar la zona.

Las medusas ocupan toda la cala. Va a ser difícil bañarse.

Llegando a la bahía, hemos oído rebuznar a los famosos burros albinos de la isla, pero no hemos podido verlos. No vamos a perseguirlos, están salvajes y así deben quedar. Ascendemos un poco, hemos encontrado una pista forestal e intentaremos llegar a la torre de vigilancia que hemos visto a la entrada de la bahía. Así podremos tener una vista aérea de la zona.

Estamos a medio camino, desde aquí se ve la playa y los kayaks al fondo. Y a unos escasos 5-10m de ellos, un grupo de cabras. Los miran, pero no les hacen caso, después del susto, seguimos hacia la torre.

Llegamos arriba. Después de toda la mañana con la vista a nivel del mar, se hace extraño el cambio de perspectiva.

Después de disfrutar unos minutos junto a la torre, volvemos a bajar. La pista esta llena de excrementos de los burros, que seguimos escuchando rebuznar y de cabras como las que hemos visto antes. También sobre la arena de la playa, hemos vistos huellas de diferentes animales.

La pista forestal, llega casi hasta la cala, se accede bien por un camino que sale de la pista. Incluso hay un claro, cubierto de árboles, donde alguien ha montado una mesa a modo de pequeño comedor. Quizás podremos usarlo.

Tomamos el sol y nos damos un escueto baño en un rincón sin medusas. Para secarnos, nada mejor que una siesta junto a nuestros kayaks. Aunque tenemos un par de visitas.
Montse me dice: Mira un Jabalí. Muevo la cabeza y veo un Jabalí mas grande que los que se comía Obelix, a escasos tres metros de mi cabeza, mirándome curioso. Ni pestañee. Unos segundos mas tarde, siguió su camino.

Poco después, Montse dice: Mira otro. Joder. Este era mas pequeño, mas joven supongo. Al vernos se ha asustado y ha resbalado. Sin parar, se levanta y sigue por su camino tal y como hizo el otro. Esta claro que nos hemos colocado en el camino de paso de los animales de la zona.

Después de esta interrumpida siesta, Montse se despierta con un mal presagio... Me parece que me ha tocado demasiado el sol en la cabeza. Con esta afirmación, nos levantamos y nos vamos a la zona de la mesa a avanzar un poco el diario, alli descansaremos del sol.

No habían pasado ni 10 minutos cuando oímos un ruido. Parece un coche. Efectivamente. Un 4X4 llega hasta donde estábamos nosotros. Bajan tres personas, una pareja y un tercero con ropa verde de campo. Nos hacemos los distraídos y les saludamos como si tal cosa. Han venido a ver el mar al atardecer. La persona de verde les explica cosas.
El viento, tal y como decía la previsión, se ha levantado y entran una infinidad de olas en la cala. Como el sol cae, empieza a hacer frio a la sombra y salimos a aprovechar los últimos rayos de sol que quedan. Nos sentamos en la arena y vemos como siguen hablando nuestros “intrusos”. Poco después, pasan por nuestro lado, saludan y se marchan. Bien.

Habíamos cantado victoria demasiado deprisa. El hombre de verde, aparece de nuevo y viene hacia nosotros. Nos saluda, se sienta con nosotros y muy amablemente nos empieza a explicar que no podemos estar ahí. Es una reserva integral y esta prohibido. Al ver los kayaks dice que pensaba que éramos un grupo de cinco kayakistas que habían pedido permiso para navegar por la isla, pero al ver solo dos kayaks habia caido en que NO. Le explicamos que nadie nos habia hablado de permisos y que habíamos llegado a media tarde y se había levantado el viento, teniendo que desembarcar y que era imposible navegar. Que esa noche teníamos que pasarla allí la noche, pero que el día siguiente con la salida del sol nos marcharíamos.
Parece que queda convencido. Nos dice que el dirá que no ha visto a nadie, pero que escondamos los kayaks, y salgamos temprano al día siguiente, ya que si nos encontraban la patrulla de forestales nos multarían. Y que por la noche solían patrullar.
Nos desea buenas noches, y con un apretón de manos nos deja.

Queda poco rato de sol y los malos presagios de Montse se empezaban a materializar. Llegan los primeros vómitos y la temida Migraña. Eso quiere decir que además hoy no cenará y tendremos la incógnita de la duración de esta y de lo agitada de la noche.
Se toma una de las pastillas que llevamos en el botiquín para estos casos y se estira un rato. Mientras, yo vuelvo a inspeccionar el terreno. Busco un sitio para ocultarnos. Finalmente decido dejar los kayaks donde están, ya los habíamos puestos arrinconados y si alguien viene los vera aunque los cambiemos, y nosotros iremos a dormir a la zona de la mesa.
Tal y como pensaba Montse no quiere cenar. Le preparo el saco y a esperar que la noche le siente bien. Yo como un poco de tabulé y un yogurt. Entre la visita y la migraña no tengo mucha hambre, pero no es plan de estar los dos mal alimentados. Seguramente al día siguiente necesitaremos las fuerzas.

Para acabar de rematar el tema, llega la previsión para el día siguiente. Mal tiempo y olas de más de un metro. A dormir y mañana será otro día.

2 comentarios:

xevi dijo...

Sorprende constatar cómo una silueta puede revelar la verdadera personalidad de alguien mejor que un retrato frontal y directo!

Un abrazo! y felicidades por el blog!

blau dijo...

Hombre, alguien que no es tímido y envia los ánimos en publico.
Gracias.
De todas formas haces bien en seguir el blog, quizas te lleves una sorpresa...
blau