jueves, octubre 05, 2006

Adios Asinara.

Lunes 11 de Septiembre.

Nos ha costado dormir, todo el día sin hacer nada y encima a dormir prontito para poder madrugar.

Hoy he aprendido una cosa muy importante: La cámara debe dormir conmigo.

6:30 Hace frío. Que pereza salir del saco. Abrimos los ojos y todavía no ha salido el sol, pero el cielo ya esta rojo. Hay dos cabras junto a los kayaks. Una imagen de postal. El cielo de un rojo como las brasas de una hoguera y a contraluz, los kayaks y las siluetas de las cabras con sus cuernos retorcidos. Immmmmmmpresionante. A partir de hoy, la cámara dormirá calentita en mi saco. Y de rabia... una horita mas de sueño.

7:30 En pie, ahora si. Ya ha salido el sol y no hace frío. Un desayuno a base galletas con leche condensada y unos zumos nos darán energías para palear. Al agua.

Tal y como decía la previsión, tenemos buen tiempo. Un mar plano, y ausencia de viento. Lo único que tenemos son algunas largas olas a modo de mar de fondo, pero casi inapreciables. Para colmo, las tenemos de popa. ¿Que mas se puede pedir?

Que placer navegar con estas olas. Es el momento perfecto para evadirse de todo, incluso del paisaje y la compañía, que aunque perfectos mi mente abandona para dejarme a mi, conmigo mismo. Supongo que algún otro kayakista me entenderá.
Simplemente siento como la pala esquimal entra en el agua y acompaña la fuerza que me dan las olas que besan mi popa, y la música que sale de esta al recorrer el agua toda su extensión. Soy uno con el kayak. Si algo me llega a la mente son las delicadas y precisas instrucciones de mi amigo Xavier enseñándome a acariciar la madera que se convertirá en mi pala... Permítanme un paréntesis personal. ( Xevi, malgrat la distancia, sovint viatges amb mi).

Estas deliciosas olas van desapareciendo y empiezan a aparecer las primeras edificaciones. Una de las antiguas prisiones que formaban el conjunto penitencial de la isla. Teniendo en cuenta las advertencias del forestal, no nos hemos acercado demasiado a la costa. Desde nuestra posición, podemos ver unos cuantos 4X4 como los del forestal. Mejor no tentar a la suerte.

Continuamos avanzando. El paisaje es mas plano y menos agreste, y al doblar un pequeño cabo... Oh sorpresa. El premio que ya no pensábamos obtener. La visión de los preciosos burros albinos de la Isla d’asinara.

Al final de lo que alcanza nuestra visión, vemos mas edificaciones penitenciarias y algún barco.
Es la puerta moderna de la Isla, donde llegan los ferrys de la gente que entra en la isla a visitar las cárceles. Tal como nos vamos acercando vamos viendo construcciones de todo tipo, mas modernas o mas antiguas. En mejor o en peor estado. La civilización ya esta aquí.

Estamos en una especia de bahía, es donde la forma de “8” que tiene la isla llega a su parte mas estrecha por la costa Este. Hay un pequeño puerto y pocos barcos, las playas están cerradas a su acceso por mar. El día es radiante y la visión es magnifica.
Paramos 10 minutos. Aprovechamos para comer algo, consultar planos, cambiar las pilas del GPS que aun lleva la primera carga y disfrutar del paisaje.
Localizamos tres objetivos.

1 Donde, teóricamente debíamos dormir.

2 Donde estaría bastante bien para ir recuperando el día perdido.

3 Donde seria perfecto. Muy cerca de recuperar una jornada completa.

Iniciamos la marcha y dejamos la bahía. Aquí el paisaje cambia. Entramos en un tramo, muy bonito, de pequeños escollos. Algunos de ellos mas grandes, a modo de isla, con su cala incluida. Formas redondeadas en sus rocas y sus pasos entre ellas. Una de estas calas, era nuestro primer objetivo. Estamos bien de fuerzas y el día acompaña a seguir navegando. Jugando con las rocas y sus pasillos, haciendo alguna foto y avanzando aunque sea despacio.

Y jugando, jugando, hemos llegado a nuestro segundo objetivo. Reunión en el mar y decidimos seguir hasta el tercer objetivo.
El destino será una cala en la parte sur de la Isla de Asinara.

Antes de doblar el ultimo rincón de la isla, nos entretenemos para hacer unas fotos a un grupo de caballos que pastan impasibles junto a nosotros. Nos hemos acercado casi sin palear, sin hablar para no espantarlos y ellos sin se han inmutado.

Los abandonamos y doblamos el ultimo recodo, ya estamos en el canal que separa la Isla de Asinara con la Isla Plana. Ya vemos la zona donde pensábamos dormir, pero hay un problema. Es una zona algo masificada y no nos gusta como zona de acampada. Aprovecharemos para cruzar el canal hasta la Isla Plana. Dormiremos allí y aprovecharemos para ganar unos metros mas.

Este tipo de travesías, siempre se nos hacen largas. Tener el destino a la vista y fijado es una situación desagradable para nosotros. Parece que nunca llegas. Si a esto le añadimos el cansancio de la jornada y algo de corriente del canal, pues que os voy a contar. Concentración y palear hasta llegar al destino. Nos hemos separado. El canal no ofrece peligro y mejor que cada uno cruce a su ritmo. Son las ultimas reservas de energía y adaptarse al paleo del otro puede ser dramático. De vez en cuando, giro la cabeza y compruebo que Montse sigue bien. Va mas despacio pero no detiene su paleo. Intento no pensar en el destino y me fijo en el agua. Volvemos a tener bajo nosotros ese color turquesa tan claro y maravilloso. Todo el canal tiene el mismo color. Es impresionante.
Palear , pensar y seguir paleando. Es mi manera de vencer el tormento psicológico que me produce este tipo de cruces o un final de jornada. Supongo que cada uno tiene su sistema.
Acercándome a tierra, voy buscando la mejor cala para desembarcar. Escojo una bajo una antigua torre de vigilancia.

Llego entre la mirada curiosa de los pasajeros de un pequeño barco de recreo que hay varado cerca de la cala.

A Montse aun le quedan unos 300m pero no deja de palear. Ha cruzado sin parar. Bien por ella. Eso si, llega exhausta. Dejamos los kayaks en la arena y oigo que espeta: Hoy nos comemos el chorizo. Lo que yo decía cada uno tiene un método para concentrarse, y el de Montse había sido el chorizo de Salamanca que llevábamos como un tesoro. Nos lo hemos ganado, así que hoy será nuestra comida.

Localizamos una piedra que ajuste a nuestras posaderas y con los pies en el agua, a mover los bigotes. “Impresionante” es la palabra. El chorizo con un poco de pan de molde esta impresionante. Lo rematamos con el clásico trifásico. Todo un exceso.

Con el estomago saciado, vamos a dar una vuelta por la isla para bajar la grasa.
Nos llega temprano la previsión del tiempo, y aunque el mar y el viento no son malos del todo, la previsión anuncia lluvia para todo el día. Subimos a la parte alta de la isla para ver las nubes que hay hacia el sur. No parece que las nubes amenacen lluvia. Ya veremos.
Con el paseo hemos podido comprobar que la isla esta repleta de agujeros y defecaciones de conejos. Parece estar plagado.

Aprovechamos que se ha ido el barco que teníamos de vecino, y nos damos un baño. Estrenaremos un jabón que nos han aconsejado para agua salada. La verdad es que ya tenemos la cabeza como una masa de pizza. La prueba es mas que satisfactoria. El pelo limpio y fino como la seda y apenas hemos hecho espuma.

Para cenar, un poco de tabulé y un cafelito bien acompañado. Hoy cenamos viendo como cae la luz.

Mientras colocamos los colchones y los sacos empezamos a ver los primeros conejos. Son minúsculos y corren por todos sitios. Espero que nos dejen dormir. Parece ser, que estas, serán las vacaciones de los animales.

Después de contar algunos aviones, cuatro o cinco estrellas fugaces (una realmente intensa), intentamos conciliar el sueño. Un conejo pasando por encima nuestro, uno husmeando mis manos y otro intentando acurrucarse en mi saco a la altura de mis pies han sido la cuenta atrás para caer en brazos de Morfeo.

1 comentario:

xevi dijo...

Blau, sinceramente, me ha enternecido saber que te acordabas de mí... hasta que he caído en la cuenta que era, precisamente, en la isla de los burros salvajes! Ahora, la verdad, ya no sé qué pensar...

(un abrazo, sherif!)