Martes 12 de septiembre del 2006
7:00 Vemos salir el sol y nos levantamos. El agua empieza a escasear, asi es que hemos decidido parar unos minutos en la playa “la Pelosa”, ya en Cerdeña, para recargar agua y aprovechar para tirar la basura que generamos y que evidentemente arrastramos con nosotros.
Preparamos los kayaks y desayunamos un poco, pan de mita (ya hecho trozos) con mermelada y unos zumos.
Después nos disponemos a salir, pero las medusas han madrugado mas que nosotros y han ocupado zona de embarque. Con cuidado y algo de trabajo, entre los dos conseguimos salir ilesos. Poco después, llegamos a “la Pelosa” solo se ven apartamentos y un par de restaurantes de playa. Dejamos los kayaks en la playa, ya hay gente que esta cogiendo sitio. Hoy tendrán un día espléndido de playa. Vamos a tirar la basura, y de paso damos un vistazo a la zona buscando una fuente o un comercio para comprar agua. Nada, tendrá que ser en un restaurante. Cojo la botella de 5 litros, que llevamos ya vacía, y entramos en el que tenemos mas cerca. Pedimos permiso y nos indican que la llenemos en el baño. Aunque el éxito no es completo, porque la botella no cabe en el lavamanos, haciendo un apaño puedo llenarla bastante, unos 3 litros. Con eso y lo que aun nos queda no tendremos problemas hasta volver a rellenar. Ahora el problema ya no es tan preocupante como en la Isla de Asinara, en lo que nos queda de viaje iremos encontrando civilización.
Empezamos la travesía por la isla de Cerdeña. El Capo Falcone es lo primero que nos encontramos. Una enorme pared de roca negra con un par de cuevas poco profundas donde podemos entrar.
Vamos disfrutando de la soledad del paisaje y buscando la cala, donde teóricamente deberíamos haber dormido.
Cuando la encontramos, nos damos cuenta de que hemos tenido suerte. Allí no se podía desembarcar. Realmente pasará mucho rato hasta que encontremos una zona donde hubiésemos podido acampar. El paisaje es sobrecogedor. Muros altos e inaccesibles.
Seguimos con este paisaje bastante tiempo, hasta que una vez mas, cambia radicalmente. Vuelven los colores, las playas se suceden y cualquiera hubiese sido buena para poder parar, pero todavía estamos a mitad de camino.
Hay otra cosa que me llama la atención. Hasta ahora, habíamos visto enormes playas de ese verde turquesa que he mostrado en alguna foto. Eran como grandes capas donde en el fondo había arena y no rocas. Pero mientras paleaba, mirando al Oeste, y el color del mar, me he dado cuenta de que este color casi hasta el mismo horizonte. Es precioso. Paro, recojo la pala bajo las gomas, saco la orza para estabilizar el kayak un poco, y simplemente... miro. Quizás seria mas preciso decir: admiro.
Cuando Montse llega a mi altura, aprovechamos para comentarlo y comer algo. A estas alturas, alguno ya se habrá dado cuenta que desembarcamos poco. La verdad es que aunque estoy de acuerdo con que hay que parar, a nosotros no nos gusta mucho. Nos produce una pereza mayúscula embarcar y desembarcar, casi la misma que volver a arrancar una vez hemos parado. Así es que comemos en el agua. Si hace falta hasta sacamos las piernas de la bañera, pero en el agua. También así las paradas son mas cortas.
Así es que... ya hemos comido. Seguimos avanzando y pasamos junto a la isla del Porri la verdad es que la gracia de la isla, no pasa del nombre. Pero me hizo gracia. Es mas un gran peñasco que una isla.
Miro el GPS y calculo que nos deben quedar unos 6 Km. para llegar a la zona donde acamparemos.
Las calas se han acabado, nosotros ya vamos de cara a la nuestra. Empezamos a estar cansado y encontramos una gran cala, pero según el GPS esa no es la nuestra. Seguimos adelante aunque nos ha gustado bastante. Mientras buscamos nuestro rinconcito, se levanta un poco el aire y el mar. Es una zona con escollos y el mar se mueve.
Justo detrás de unos escollos que tenemos a la vista esta nuestra cala, nos dirigimos a ella, el viento sigue en aumento, pero ya nos queda poco. Nos juntamos un poco para pasar esta zona, en zonas con dificultad mejor estar pendiente el uno del otro.
Al girar la ultima roca, vemos que nuestro destino es peligroso. Una pequeña cala donde están empezando a romper las olas, si el agua sube un poco y aumentan las olas que rompen, podríamos tener dificultades.
Hacia delante no divisamos calas, así es que allí mismo, entre las olas, damos media vuelta y nos volvemos hacia la cala que tanto nos había gustado.
El regreso será menos tranquilo. Es curioso, como, cuando el mar se complica, el cuerpo se rearma. Aunque estábamos cansados, volvimos hasta la gran playa sorteando olas, escollos con total agilidad.
Al llegar a la playa, vemos que no estaremos solos. Hay una pareja con un par de niños, desembarcaremos en la otra punta de la cala. Es larga y hay espacio para la tranquilidad de todos.
De repente al acercarme a la arena, veo que el padre empieza a correr, que curioso. Aunque enseguida caigo que en seré el protagonista de la película del día. Ha revuelto su gran bolsa de playa, ha sacado la cámara de su funda y ya soy el protagonista de sus primeros planos. Espero hacer un desembarco digno.
Como no, lo primero que hacemos después de colocar los kayaks es darnos un baño reparador. Mientras estamos en el agua oímos una vocecilla que nos dice: estoy aquiiiiiiiiii, estoy aquiiiiiiiiiiii. Era el Chorizo, pobrecito, ya que esta abierto, no lo vamos a dejar ahí para que se eche a perder. No se si fue mejor el menú o la siesta posterior.
Esta cala, comparte junto con las otras que habíamos visto anteriormente, una característica curiosa. Esta situada bajo una montaña de difícil acceso. Se accede a ellas mediante unas pistas muy inclinadas, que solamente me atrevería a usarlas con un 4X4 y desde donde se debe dejar el coche, seguir a pie el resto de la montaña.
Tendremos la oportunidad de comprobarlo.
A media tarde, vemos como la familia feliz, inician el ascenso por un mínimo camino que les lleva hasta la cima. Evidentemente, con la sombrilla la bolsa de la playa, la nevera y los dos niños. Todo un circo.
Un rato y algún baño después, caemos en la cuenta de que la cala esta rodeada de montaña, con lo cual seguramente no tendremos cobertura en el móvil para recibir el parte meteorológico. Comprobamos y .... efectivamente. ¿Qué quiere decir eso? Pues que ahí va el que suscribe, caminito arriba con el móvil en la mano y las chanclas en los pies. Aquí empecé a darme cuenta de la magnitud de la tragedia.
El camino en si, además de estrecho, esta muy inclinado, en mas de un sitio tengo que ayudarme de las manos para no caerme. No quiero pensar subir esto con una sombrilla una nevera y bultos varios. Un esfuerzo mas y llego a lo yo creía que era la parte alta.
Una vez arriba, respiro, miro hacia donde esta Montse con los kayaks y me giro para ver el final del camino. Joder, si a media subida ya me había acordado de todos los santos de Cerdeña, cuando vi el camino que seguía me quede sin habla. La pista no era estrecha, pero su inclinación se había multiplicado. Busco en el móvil un mínimo esbozo de cobertura, pero nada. Ale, para arriba, con dos cojones. Como todo buen relato, entenderéis que no podía obtener cobertura a media subida, no no no. Hasta arriba. Y claro, a quien se le iba a ocurrir subir agua. Que éxito. No entiendo como la gente tiene el valor de ir a esta playa, aunque quizás por eso no esta masificada. Tengo calor, estoy cansado y tengo los pies que, como diría mi madre, “me cantan coplas” No es el mejor calzado para subir a estos sitios.
Estoy arriba y después de recibir una rayita de cobertura, veo que aun no tengo el parte. Envío un SMS a mi sobrino para que me lo adelante, pero no obtengo respuesta. Debe estar trabajando. Intento contactar o otros “proveedores de información” pero nada. No hay suerte. Que triste, para abajo sin haber conseguido nada. Tendré que volver a subir. Como mínimo, las vistas valen la pena. (si si, habéis acertado, tampoco subí la cámara).
La bajada... fue peor, con el calor, vino el sudor, y con el sudor la autodeterminación de mis pies respecto a las chanclas. Fijar el pie era una utopía. Ahí que voy yo bajando con pasos de 20cm. Parecía “las muñecas de Famosa”. Lo único que me reconfortaba en ese momento, era que ese ridículo inconmensurable lo estaba haciendo en ausencia de cualquiera de mis punzantes amigos. Hubiesen durado las risas el resto del año.
20 minutos mas tarde y con todo el santoral repasado, llego a la playa. Necesito un baño.
Aunque parezca increíble, aquí tampoco estamos solos. Desde la arena, y mostrándole a Montse el camino, vemos tres halcones volando. No se si tendrán algo que ver con el nombre del norte de la isla “Capo Falcone” esto esta alejado.
Mas relajado y sin querer pensar en que después tendré que volver a subir, oigo a Montse que dice: Ui, igual me ha dado demasiado sol en las manos. Mierda, le miro las manos, y las tiene algo hinchadas. Hasta donde llega la coquetería de las chicas.
Con los guantes puestos se le ponen, a la señorita, los deditos morenos y el resto de la mano se le queda blanca. Pues mira, ahora si que tenemos un problema. Esperemos que no sea demasiado tarde.
Buscamos en el botiquín, y aplicamos un poco de crema para quemaduras. (Botiquín, siempre botiquín) y cuando la piel absorba la crema, los guantes puestos hasta para ir a mear.
7:00 Hay que volver a subir. Mi sobrino habrá vuelto a casa y podrá enviarnos el parte. Esta vez los dos, que las penas compartidas son mas llevaderas. Eso si, cámara en mano y escarpines en los pies. Se nos cocerán pero el trayecto no será tan peligroso. Después de un par de paradas ya estamos arriba. El único mensaje que obtenemos es el de mi sobrino que dice que estará en casa pasadas las 19:30 y que entonces nos enviara el parte. El sol esta bajando y no queremos hacer el descenso de noche. Podría ser peligroso de verdad.
Llamo a Sergi, el amigo que nos llevo al aeropuerto por si esta en casa y nos puede pasar el tiempo. Esta en la ducha, Ester coge el recado y me dice que cuando salga nos enviara el mensaje.
Pasa el tiempo y sigue bajando el sol. Los mensajes no llegan. Ni uno, ni otro. Empezamos a preocuparnos. En la ultima previsión(que es de dos días) ya anunciaban mal tiempo.
De hecho al bajar la primera vez, hemos tenido que montar la tienda en un ataque de “cagalera”. Una nube negra, que curiosamente, yo no había visto en la cima, había cubierto la cala y había levantado un fuerte viento y había dejado caer un trueno que nos puso la piel de gallina. Parecía que se hubiese roto el cielo. A mi los truenos jamás me han asustado, pero reconozco, que aquel pudo con mi valor. Como hemos podido, hemos montado la tienda. El viento lo ha evitado en un par de intentos, y después de perder una piqueta, la tienda ha quedado montada y atada a los kayaks y a un gran trozo de madera que hay en la arena.
Seguimos sin recibir respuesta y el sol nos indica que debemos bajar. Además por alguna extraña razón, perdemos cobertura. Mañana será otro día y lo volveremos a intentar.
Con los escarpines la bajada se hace mas digna y en 10 o 15 minutos estamos abajo.
La nube y el viento ha desaparecido, pero dejamos la tienda montada por lo pudiese pasar.
Con todo este follón, se nos ha pasado el hambre, aunque decidimos comer algo por el tema energético. Una sopita de pescado con los restos minúsculos de pan de pita entran bien. Después un Carajillo, Se ha terminado la leche condensada.
Como se puede apreciar en las fotos, hoy hemos sido unos privilegiados, hemos visto salir el sol y tambien hemos visto la puesta.
Y para colmo, hoy el cielo esta mas lleno de estrellas que ningún otro día. Que maravilla.